divendres, de juny 09, 2006

Salvaguardas democráticas del siglo XXI

Hoy no hablaremos ni del referéndum del Estatut, ni del proceso de paz, ni de lo de Irak, ni de opas ni subidas de tipos. Les contaremos una historia que nos ha hecho reflexionar sobre las salvaguardas democráticas en las sociedades tecnológicas del siglo XXI. Ha ocurrido en Andorra, donde 16.000 cuentas de correo electrónico, con los datos personales de sus titulares y sus contraseñas de acceso, han quedado al descubierto. El escándalo subsiguiente se ha convertido en un esperpento, en un mal sainete, de esos que no se le pueden desear ni a tu peor enemigo (bien, a tu peor enemigo tal vez sí).

El 25 de octubre del año pasado, un internauta andorrano descubrió en emule.com un fichero cuya denominación le infudió sospechas. Se lo descargó y descubrió que almacenaba, con todo tipo de detalles, los datos de 16.000 direcciones de correo del dominio andorra.ad. Los datos que estaban al alcance de quien se bajara ese archivo incluían las contraseñas de acceso a las cuentas, lo que hacía posible leer el correo ajeno e incluso mandar mensajes en nombre de cualquiera de dichos usuarios.

Por si esto fuera poco, no solo quedaron al descubierto los correos de ciudadanos particulares, sino los de toda la Administración, ya que andorra.ad es un proyecto digital impulsado por el Gobierno para crear marca de país. Con esto no queremos decir que vulnerar el secreto de las comunicaciones de personas normales y corrientes no sea grave. Es que lo es todavía más dejar al aire buzones de correo que, como los de la Policía, la Fiscalía, Hacienda o Sanidad, pueden contener información sensible, no sólo para los fines de dichas instituciones, sino para los propios ciudadanos.

Hay muchas formas de que una cosa grave se convierta en una gravísima. Por si todo lo anterior no fuera suficiente, el segundo capítulo resulta esperpéntico. El internauta que hizo tan singular hallazgo, lo puso inmediatamente en conocimiento de la Agencia de Protección de Datos andorrana. Ésta abrió un expediente informativo y requirió información al Servicio Andorrano de Telecomunicaciones, ente público que gestiona el dominio andorra.ad. Para pasmo de propios y extraños, el Servicio se negó a colaborar e incluso impidió la entrada a sus instalaciones a los inspectores de la Agencia. Llegó a alegar, a buenas horas, que la ley le impedía permitir a cualquiera el acceso a los datos que tenía en custodia.

No acabó aquí la comedia de enredo. Alguien en la Agencia, queremos pensar que en un arrebato de celo, decidió “entrar”, quieras o no, en el Servicio de Telecomunicaciones. Y no tuvo mejor idea que organizar una incursión a los servidores de dicho Servicio desde un ordenador de la propia Agencia. La intrusión fue rápidamente detectada e identificada. El asunto lleva semanas en los tribunales, con un cruce de querellas entre ambas partes.

Resulta difícil encontrar un adjetivo adecuado para la increible conducta registrada en la Agendia de Datos andorrana. La actitud del Servicio de Telecomunicaciones fue impresentable, por no hablar de su lamentable custodia de los datos que tenía confiados. Pero la reacción que tuvieron algunos miembros de la Agencia es absolutamente deplorable. Un viejo refrán anglosajón reza que dos cosas malas nunca suman una cosa buena. El “ardor veritatis” que parece flotar en este caso lo ejemplifica más allá de cualquier género de duda.

Pero hay una última reflexión que quisiéramos introducir a propósito de todo ello. La fuga de datos es grave, pero aún lo es más, aunque no lo parezca, la incomprensible actuación de la Agencia. Se nos podrá decir que lo segundo es más o menos un exceso de celo, mientras que la sustancia del escándalo se encuentra en su causa primera. Pero discrepamos, modestamente, de este posible planteamiento.

Una Agencia de Protección de Datos es, en nuestra sociedad actual, un mecanismo de salvaguarda democrática. Su obligación, como ocurre con la justicia, los defensores del pueblo o las juntas electorales, es no fallar cuando todo lo demás falla. Tan delicada misión no puede cumplirse satisfactoriamente si uno se ha desautorizado, al menos moralmente, a sí mismo. No creemos que nadie en Andorra pueda rehuir una futura sanción de la Agencia de Protección de Datos en base a estos penosos episodios. Pero es de prever que la Agencia pase un buen tiempo oculta bajo las piedras. Aun estando intacta su facultad investigadora y sancionadora, no es ilógico pensar que vaya a autocensurarse hasta que consiga remontar la pérdida de imagen que a ojos vista está sufriendo.

Permítannos un paralelismo con lo ocurrido en Marbella: lo realmente grave no era que un grupo de bandoleros disfrazados de políticos se hubieran apropiado del ayuntamiento, sino que los mecanismos que debían atajar y corregir dicha situación fallaran clamorosamente. Hacienda no supo encontrar las montañas de dinero, las mansiones y los cuadros de Miró comprados a peso, y el mismísimo juzgado de Marbella dio cobertura legal, durante años, a los desmanes. Falló lo que jamás debe fallar, si falla todo lo demás. Salvando las distancias, esa es la lección que debe quedar de este funesto asunto.

dissabte, de maig 06, 2006

Tres años de lo de Irak

Se cumplen estos días tres años de la invasión de Irak por una “coalición internacional” liderada por Estados Unidos. Las manifestaciones que han recordado tan triste y lamentable efémerides a penas han reunido a unos pocos miles de personas. Lejos, muy lejos, de las grandes movilizaciones de hace tres años, que pese a ser hinchadas sus cifras como ocurre siempre en estos casos, demostraron un rechazo general a esa guerra, no sólo en España, sino en medio mundo. Pero que la conmoción emocional que originó la invasión ya no exista, no significa que el desaguisado cometido no siga en marcha hasta la fecha y cada vez más emponzoñado.

Para muchas personas, la invasión de Irak significó una toma de conciencia, aunque ahora parezca que el hecho fue más bien efímero. No pocos se manifestaron por primera vez en sus vidas y el entusiasmo desplegado llevó incluso a considerar las célebres caceroladas como una forma de protesta progresista, cuando en realidad el método fue “inventado” por las derechas chilenas en los prolegómenos del golpe de Estado de Pinochet. Pero valga lo sucedido como expresión de una vez en que los ciudadanos dijeron a sus gobiernos no sólo que no les mintieran, sino que la democracia no es una patente de corso que más o menos se renueva cada cuatro años.

En Irak la cosa no sigue igual, sino peor. Los más negros presagios sobre la desintegración fàctica del país y el inicio de una guerra civil se han ido cumpliendo con la precisión de un reloj. En la primera Guerra del Golfo, los Estados Unidos (y el padre del actual presidente por más señas) renunciaron a marchar hasta Bagdad, tras liberar Kuwait, para evitar, y ahorrarse, lo que ahora, quince años después, está ocurriendo. Sin embargo, la sed de petróleo (y el beneficio de determinados negocios sospechosamente emparentados con el gobierno de Bush hijo) pudo más esta vez. Mientras el precio lo paguen otros...

En cambio, nada de lo que nos dijeron para justificar la invasión se ha cumplido o demostrado. Lo de las armas de destrucción masiva pasó hace tiempo a la categoría de mal chiste. El derrocamiento de Sadam Hussein, argumento subsiguiente en la lista despropósitos, ha llevado a lo que ha llevado. Ahora resulta que la aborrecible tiranía era lo único que mantenía una mínima cohesión en el país. La lucha contra el terrorismo, finalmente, se desmiente a sí misma y basta con ver el “parte de guerra” diario para constatarlo.

No hablamos del caso de España porque nos hemos referido a él en numerosas ocasiones y nuestra opinión es bien conocida. Sólo apuntaremos que tuvieron que morir 17 militares españoles en Afganistán para que nos acordaramos de que seguimos por aquellos andurriales, en una situación que resulta difícil de calificar, porque quien sepa qué ocurre que nos lo cuente, pero que ilustra los peligros de los escenarios difusos y nebulosos, a los que nos referiremos unas líneas más adelante.

Por lo que respecta a la lucha contra el terrorismo sólo aportaremos alguna idea puntual más. El uso de la fuerza militar, e incluso la invasión de Estados, puede repugnar al concepto que teníamos muchos de que a los terroristas hay que perseguirles con la policía y los tribunales. Pero el invento es plenamente coherente con las opiniones que se empezaron a forjar hacia finales de la guerra fría en los sectores ideológicos más conservadores de Estados Unidos.

Cuando la Unión Soviética dejó de ser un oponente serio de Occidente, hubo quien apuntó al terrorismo como nuevo enemigo. En honor a la verdad hay que decir que tal planteamiento surgió de algunos “ideólogos” de esos que contra algo viven mejor y de los conglomerados económicos que, sin carrera de armamentos, se quedaban sin negocio. Para tan sospechosos “pensadores”, el terrorismo era un enemigo que habría de ser combatido con los instrumentos propios de la guerra, dado que un acto de terrorismo, al menos a cierta escala, podía ser considerado un acto de guerra. El 11-S fue la prueba del algodón para este planteamiento. No les faltaba completamente la razón: el asesinato de cerca de 3.000 personas de un solo golpe permite al menos discutir si se trata de un acto delictivo (sea cual sea su disfraz) o de un auténtico acto de guerra.

El problema sigue siendo como responder con mecanismos de guerra tradicional cuando el enemigo tiene las características que se quiera, pero no las propias de la guerra tradicional. ¿Dónde están las divisiones blindadas, los soldados uniformados o la aviación de Bin Laden? Para esto también tenían respuesta los inspiradores de esta nueva filosofía. Si no se puede atacar con la fuerza militar tradicional a un enemigo difuso y difícil de encontrar, sí pueden ser atacados los estados que amparen o patrocinen a los terroristas. Dichos estados ofrecen blanco, por decirlo en la terminología militar del siglo XVII. Es decir, permiten dirigir contra algo concreto tanto bombas inteligentes como bombas tontas, amén de toda la parafernalia de un arsenal moderno. La cuestión estriba, claro, en que la línea se vuelve muy delgada y el terrorismo puede acabar siendo la excusa para hincarle el diente a un país apetecible por los motivos que sea.

Todo ello, a estas alturas, puede vestirse de la forma que se quiera. Estos días hemos tenido un ejemplo de dicha dialéctica. Decía Donald Rumfsfeld, secretario de Defensa de Estados Unidos que marcharse de Irak sería como haber entregado Alemania a los nazis. Sólo podemos decir que la analogía es sumemente desafortunada, ya que se supone que el actual gobierno iraquí es el principal aliado a pie de obra de los Estados Unidos. Pero ilustra por donde van realmente los tiros. Hay quien está dispuesto a hacer y a decir lo que haga falta para que todo siga igual. Agotadas las supuestas razones, falsas por otra parte, sólo queda la palabrería y una propaganda cada dia más digna de esos nazis a los que Rumfsfeld no hubiera querido regalar Alemania.

dimarts, de febrer 28, 2006

Any Cabrera?

Llegeixo bocabadat la notícia que un grup d’historiadors i d’entitats promouen la celebració, aquest 2006, d’un Any Cabrera. Res a dir sobre els congressos històrics i els llibres que es vulguin dedicar al fenomen històric del carlisme, que no tan sols no ha de ser amagat, sinó que va gaudir d’un predicament popular innegable a diferents indrets de Catalunya. Però que tot plegat hagi de ser també un homenatge al general Ramón Cabrera, com han anunciat els promotors de la iniciativa, és un despropòsit increïble.

El general Cabrera va ser un energumen sanguinari, un autèntic tros d’animal en un moviment ple de troglodites. Durant molts anys, el personatge ha inspirat llàstima pel fet que la seva mare va ser afusellada pels seus adversaris. Però sabien vostès que l’execució va ser una repressàlia (ep, injustificable, que una costa no treu l’altra) per la matança que Cabrera va fer al poble de Rubielos? Sabien que va entrar al poble en qüestió a matadegolla i que va ordenar afusellaments massius de presoners? Sabien que l’apel·latiu “Tigre del Maestrazgo” no va néixer de la seva presumpta sagacitat o astúcia, sinó de la seva conducta sanguinària?

Sabien que hi havia carlins que s’avergonyien del seu company de files, i això que no eren precisament persones refinades i no li anaven gaire al darrera en l’ús de pràctiques de terror? En resum, si Cabrera no va fer encara més matances no va ser per falta de ganes, sinó perquè operava en zones escassament poblades.

Avui en dia, el general Cabrera estaria en recerca i captura per part del Tribunal Internacional de Justícia, per crims de guerra i per genocidi. O fent companyia a la cel·la a individus com Slobodan Milosevic i fins els contraris més acèrrims a la pena de mort estarien buscant una corda i l’arbre més alt per a penjar-lo. En res disminueix la seva responsabilitat que les guerres carlines fossin especialment violentes per part de tothom.

A mi m’importa ben poc que Cabrera fos un covard que bàsicament matava gent indefensa i amb una habilitat especial per fugir quan era derrotat, deixant tirada la seva gent; que despuntés en l’art de viure de les dones o que, al final de la seva vida, li donés pel transvestisme polític. Però no em deixa indiferent que fos un salvatge.

Quan l’exdictador xilé Augusto Pinochet va ser detingut a Londres, a demanda de la justícia espanyola, el van confinar als afores de la capital britànica, a la mansió rural on Cabrera va passar els últims anys de la seva vida. Ignoro si a Pinochet li van explicar qui havia estat el propietari del casalici 150 anys abans. Però estic segur que Pinochet s’hauria sentit molt còmode de dormir entre els mateixos llençols que Cabrera. L’un per l’altre.

Tan mancats estem de referents per elevar el general Cabrera a la categoria de “tortosí universal”? No hi ha tortosins, gent positiva, persones que hagin contribuït al benefici de la Humanitat, que es mereixen molt més un homenatge?

Benvingudes siguin les activitats d’investigació i divulgació d’un període important de la nostra història. Insisteixo que sobre això no tinc res a dir; és més, valoro l’esforç de tothom. Però seria un greu error convertir-ho en un homenatge (la paraula és dels organitzadors) a un bàrbar que no s’ho mereix. Recordin que, a la localitat nadiua de Hitler, una placa assenyala la casa on va néixer, però a ningú se li acut organitzar-li homenatges.

dimarts, de febrer 14, 2006

Una copa enverinada

Fa cosa d’un any escrivia en aquestes mateixes pàgines que els laments de la indústria del cava davant el boicot eren llàgrimes de cocodril. Recordaran que tan radical afirmació es basava en dos arguments. Un, es preguntava retòricament qui controlava, a través de filials i de filials de filials, les empreses de cava d’Extremadura i de la Rioja, o les distribuïdores de begudes, que el Nadal de 2004 ocupaven el lloc en el mercat de les empreses catalanes. Encara tinc a la disposició dels lectors el detall d’un parell de casos francament interessants. L’altre era fins a quin punt podia repartir carnets de bona conducta un sector que es passeja pels mercats exteriors amb els pantalons abaixats.

Un any després, podríem escriure pràcticament el mateix. Però per no repetir-nos, prefereixo contar-los la meva experiència personal, en un viatge que vaig fer al desembre al Regne Unit. L’any passat ja els vaig prometre que els explicaria el que qualsevol català que viatgi pot explicar sobre la presència dels nostres productes a l’exterior. Una experiència que, en el cas del cava, és decebedora fins a uns extrems que no tenen pal·liatius.

També vull dir que el preu no és la qüestió principal, tot i que, la veritat, no fa un excessiu bon efecte que, en ple mes de desembre, en l’època de més consum, el cava estigui d’oferta. La cosa deu estar molt apurada, però és coherent amb algunes estratègies basades en fer veure que els mobles s’han salvat en nombre d’ampolles venudes i no en termes de facturació.

En tot cas, els preus sempre són relatius, però per a allò bo i allò dolent. Que el cava es vengui més barat que el xampany francès és una circumstància de producte i de mercat, que fins i tot es podria defensar en ordre a consideracions comercials. L’autèntic problema és l’escassa distància entre el cava i algunes begudes gasoses, que difícilment es poden adjectivar amb un altre qualificatiu que no sigui el d’infame, que apreten pel darrera i de quina forma. Vendre una ampolla de brut del presumptament bo per 2,20 lliures esterlines (uns 5 euros) no és tan greu en sí mateix com que autèntics desembussadors de canonades com el «buzz fizz», que amb el nom ja paga, costin 1,80 lliures i vagin retallat distàncies d’any en any.

Per dir-ho en una sola frase: que el cava es vengui molt més barat que altres productes productes de qualtitat no és tan greu com que es vengui a preu de sangria de tetrabrik. De vegades, ni tan sols amb el dissímul misericorde de la marca blanca. Es pot dir més fort, però no més clar.

També és greu que, navegant sempre dins de la mateixa gamma de preus, la cotització del cava només hagi pujat, entre el Nadal de 2004 i el de 2005, a una cadena hard-discount que atén per Kwik Save, incapaç d’escriure correctament en anglès el seu propi nom, però que ha decidit dedicar-se a les classes mitges i deixar de ser, com era fins ara, el supermercat de les persones que sobreviuen amb prous feines d’una pensió o d’un subsidi. Que el preu del cava pugi en un lloc així, o que pugi simplement perquè pugen tots els preus de la casa, no és precisament per tirar coets.

Permetin-me, no obstant, insistir una mica en la idea que el preu no ho és tot, perquè en aquest viatge em vaig fixar en detalls que parlen per sí sols, surti la xifra que surti a l’etiqueta, sobre la consideració que mereix el cava entre els consumidors europeus. O al menys, entre les grans cadenes de distribució alimentària.

Veure com Mark & Spencer regalava una ampolla de cava per compres superiors a 36 lliures feia fins i tot bona impressió inicial. La secció d’alimentació d’aquests magatzems és avui en dia una autèntica botiga de delicatessen i promocionar el cava entre compradors d’alt poder adquisitiu i consumidors de productes de qualitat semblava una bona idea. Però quan veies que el cava a la venda no podia estar més amagat en els prestatges, que era de qualitat més aviat mitja-baixa i que únicament podia competir amb el xampany en el preu (i ni així)... Doncs et quedava la sensació que el regalaven perquè no sabien com treure-se’l de sobre.

Però l’experiència més dura la vaig tenir als supermercats Asda. En aquests establiments, com a molts altres del sector, les begudes alcohòliques estan protegides contra els furts. A Asda, en concret, amb un giny d’aquells que piten quan surts si no te l’han tret a la caixa. No sé que va ser més desmoralitzador: si comprovar que les ampolles de xampany francès eren les úniques que portaven el precinte de seguretat, o descobrir que el duïen algunes botelles de preu inferior fins i tot a les de cava, que, per descomptat, no eren mereixedores de tal honor. Si els sistemes de seguretat estan per protegir les coses a les quals donem valor o importància...

Aquestes actituds de menysteniment, però, no són tan estranyes quan les nostres pròpies empreses no tan sols rebenten els preus, sinó que s’avergonyeixen del seu propi producte, identificant a mitges o no identificant en absolut l’origen del producte. Una part significativa d’ampolles a la venda en supermercats britànics s’amaga darrera d’un número d’elaborador. Entre les que es retraten, algunes semblen sortides de la nit del temps i parlen encara de San Sadurní de Noya. Referències a Catalunya cap ni una: en el millor dels casos es refereixen al «noreste de España». Només vaig veure una marca (i encara marca blanca) que inclogués la paraula Penedès a l’etiqueta. Això sí, alguns han après ràpidament la lliçó de la gran marca que és Barcelona i han introduït la paraula màgica a l’etiqueta, d’un forma que gairebé insinua que les vinyes estan plantades al mig de la Diagonal.

Bé, ja sabíem que per a molts empresaris catalans l’únic patriotisme que val és el patriotisme de la butxaca. Però la visió tan descarnada que se n'obté fora d’aquí és corprenedora.

Mentre el sector cavista va amb el cap cot fora de les nostres fronteres, no poden contrastar més els dos nassos amb què el Banco Santander Central Hispano està implantant la seva característica imatge vermella a les oficines de l’Abbey National Bank. No és una operació fàcil ni necessàriament popular. El banc de Botín va ser rebut a Anglaterra amb les urpes esmolades. La competència va arribar a atemorir els clients de l’Abbey amb l’amenaça (falsa) que es veurien obligats a pagar impostos dos cops: a la Hisenda britànica i a l’espanyola. Però bé: la nau va i més d’un ja s’està empassant les amenaces, amb i sense patates.

Ja és fort que la tradicional covardia de l’empresariat català, retratada amb mestratge per autors com Gaziel, ens porti a parlar bé d’Emilio Botín. Però les coses com són. Aquest banquer té quelcom, a part de diners és clar, que no sembla figurar en el patrimoni d’alguns dels nostres empresaris. El valor per plantar cara a les dificultats. I dit sigui de passada, no amagar-se darrera de situacions sobrevingudes que venen molt bé per dissimular que no som tan bons com ens pensàvem.

El sector del cava no va bé des de fa quinze anys i a les xifres em remeto. Els mateixos anys que fa que no canviem de xip. Encara estem amb la idea d’aconseguir que es begui cava fora de les celebracions i festes, i d’aquí no sortim, sense plantejar-nos si el problema no és, per exemple, que la producció està sobredimensionada. Un no pot deixar de preguntar-se perquè cal assolir récords de producció i de vendes any rere any, si l’èxit consisteix a vendre més de la meitat de l’anyada a preu de gasòfia Pirineus enllà.

Aviam si al final el boicot no serà quelcom útil per despistar.
L’arribada de Núria Ventura a l’alcaldia d’Ulldecona no hauria de ser notícia pel sexe de la interessada, sinó per la seva edat. El relleu del veterà Jaume Antich escenifica el “canvi de guàrdia” entre la generació que va fer la transició amb la generació immediatament posterior. Bé, es pot discutir si entre la generació d’Antich i la de Ventura no hi ha incrustada una espècie de “generació perduda”, que no ha accedit al poder polític local per les dilatades trajectòries que hem vist a molts dels nostres ajuntaments. És possible. Tanmateix, l’autèntic moll de l’ós de la qüestió és si la fornada de dirigents com la nova alcaldessa d’Ulldecona (o el convergent Ferran Bel a Tortosa, per posar un exemple d’un altre partit) signifiquen una entrada d’oxígen amb una transcendència que vagi més enllà de la fotografia del relleu o del cartell electoral.

Algun dia haurem d’abordar seriosament el tema de l’acumulació de mandats en tots els àmbits polítics. Canviar per canviar, si les coses van bé, no ha de ser necessàriament positiu. Però també estem tots més o menys d’acord que la renovació periòdica de cares,a banda d’aportar empenta i sang nova, té bastant a veure amb l’essència mateixa de la democràcia..

Així potser resoldríem també el problema real que per a molts alcaldes i regidors significa reincorporar-se a la vida laboral després d’una dedicació llarga a la cosa pública. Un forat de vuit anys al currículum professional és més fàcil de pair que un de 24 anys, per exemple. Dic això donat per suposat que acceptem la necessitat que els càrrecs electes s’han de dedicar professionalment a la política local, al menys a partir de certs volums de població (no molt alts, d’altra banda).

Pel que fa a Ulldecona, celebro que Jaume Antich no se’n vagi del tot i que, desvinculat de la primera línia, vulgui donar encara molta guerra a projectes com la Taula del Sénia.. Si bé les trajectòries llargues tenen elements negatius, la veritat és que, arribats a certes alçades, l’experiència acumulada també resulta un actiu aprofitable per a la comunitat. Tenir jubilades a persones com Antich seria un luxe que no sé si es pot permetre una societat bastant mancada de capital humà. En tot cas és infinitament millor que a Antich, i a tot el que pugui aportar, l’”explotem” per al servei públic i que no passi el que passa amb altres polítics (de dreta, d’esquerra ,del mig, de dalt i de baix), que quan pleguen el que “exploten” són els contactes adquirits per a fer-se rics.

Dit això, només es pot afegir que tan sols el temps confirmarà si les noves cares que comencen a aflorar al panorama polític local representen una autèntica renovació. O si seran únicament una mica més del mateix. Tots tenim al cap el nom de determinats polítics que semblaven una cosa i en van ser una altra. Que apuntaven unes maneres que feien desitjable que arribessin dalt, encara que un no els votés. Però que, un cop dalt, feien bons als pitjors dels seu antecessors.

I quan parlo d’oxígen no em refereixo únicament a les Terres de l’Ebre, sinó al món local en general. Hi ha una generació de la política local en fase de jubilació que ha convertit els decadents i inútils ajuntaments franquistes en eines de modernització i desenvolupament dels pobles i ciutats. Aprofitem per fer un incís: quan critiquem els alcaldes i regidors (ep, sovint amb raó, que una cosa no treu l’altra), fariem bé de posar les coses en perspectiva i recordar com eren els ajuntaments que el 1979 es van trobar alcaldes com Jaume Antich.

Però hi ha molts nous reptes que el món municipal ha d’encarar. No és el menys important el d’assolir noves fórmules de finançament que apuntalin el que ja són en la pràctica, però sense els recursos econòmics suficients, els ajuntaments. És a dir, les administracions situades a peu d’obra del territori, que resolen qualsevol situació sigui responsabilitat seva o competència de qualsevol altra institució. Aquí hi ha un xip que s’ha de canviar i el procés és el que requereix la renovada empenta a què em refereixo.

Quan els serveis ja rutllen més o menys sols i les inversions, que abans eren transformadores i expressaven opcions sobre el model de poble o ciutat, es fan per rutina, la frontera es desplaça automàticament uns quilòmetres més enllà. Si no és per empaitar els nous objectius, els relleus no valen exactament la pena i esdevenen meres qüestions partidistes. Per aquest principi, si un nou alcalde o alcaldessa no ha de ser altra cosa que una espècie d’extensió del seu antecessor, no caldria que cap alcalde es retirés mai, mentre els seus conciutadans l’anessin votant.

La nova alcaldessa d’Ulldecona té, en aquest sentit, un triple repte. El primer i evident, demostrar caràcter i autonomia. El segon, reconeguem-ho també, ser un bon cartell electoral. Però el tercer, i més important, és una difícil elecció personal. Per un costat, no moure’s per no sortir de la foto. Per l’altre, entendre que l’actual democràcia formal s’ha quedat curta i que ja no satisfà bona part de la ciutadania, que espera si la renovació generacional pot ajudar a fer renovacions més profundes, destinades a aconseguir que aquest invent, que és el menys dolent dels possibles, continui mereixent la pena.
toni gallardo i favà

dilluns, de gener 16, 2006

Tots els que hem treballat a la redacció d’un mitjà de comunicació coneixem determinats personatges als quals els periodistes atribuim la condició d’”atracadors”. La figura de l’”atracador” és una variant de la figura del “pesat”. Tots dos tòpics venen a significar més o menys el mateix: elements que venen a robar un bocí d’espai per a la seva moto particular, amb una freqüència i insistència digna de millor causa. L’”atracador”, al menys, ho fa en pro d’una bona causa, davant la qual és més difícil resistir-se. En aquesta circumstància, l’”impost revolucionari” es paga amb menys disgust.

Després d’anys d’espolsar-me de sobre tals morts, em vaig trobar jo mateix, el novembre del 2003, “atracant” el Llorenç Aviñó i els alts directius d’Edicions del Garraf, sobretot el Guillem Mercader. La causa? La d’apadrinar dos periodistes xinesos engarjolats, Liu Jinsheng i Gao Qinrong. L’ONG Reporters sense Fronteres va idear fa uns anys una campanya consistent a fer que els qui ens guanyem el pa d’això del periodisme ens solidaritzéssim amb companys de professió bastant menys afortunats que nosaltres.

En honor a la veritat s’ha de dir que el Diari del Baix Penedès, i la seva publicació germana Diari de Vilanova, es van deixar “atracar” molt gentilment. Des de llavors, el Diari del Baix Penedès ha apadrinat el periodista Gao Qinrong, a presó des del 1998, amb una comdemna de tretze anys. Diari de Vilanova ha apadrinat Liu Jinsheng, detingut i comdemnat el 1992 a quinze anys, però que va sortir de la presó, gràcies a la pressió internacional, a principis d’enguany.

Ahir dijous, 17 de novembre, se “celebrava” (és un dir, òbviament) el Dia de Suport als Periodistes Empresonats. Per això, Llorenç Aviñó i la seva gent s’han deixat “atracar” un cop més, per fer memòria de la situació de Gao Qinrong. El meu agraïment, com a mer membre de base de Reporters sense Fronteres, és molt poca cosa, però confio que en sabran apreciar la sinceritat.

No es pot dir el mateix d’altres mitjans i empreses de la comarca.Tothom és molt lliure de fer el que estimi oportú, però rebutjar una cosa que és de franc i et fa quedar com un senyor, explica com són alguns directius i exdirectius de mitjans de comunicació, per als quals la llibertat d’informació cotitza molt baix entre les seves prioritats personals i professionals.

No es creguin vostès que tot això que s’explica en aquestes línies és corporativisme barat. Tot el contrari, si algú té alguna cosa a perdre amb les restriccions a la llibertat de premsa no som precisament els periodistes. Nosaltres sempre ens podrem recol·locar com a tertulians especialistes en tot, “periodistes” dels programes roses o reporters graciosos i/o imitadors de polítics, si tenim la gràcia suficient (i certament no en cal molta).

I què significa això de la llibertat de premsa, que obliga a organitzar mogudes com aquesta? Doncs es pot explicar en un tractat en catorze volums, però també es pot resumir en unes poques frases. Es pot citar Voltaire, quan li fa dir al seu Càndid: “menyspreo el que dius, però donaria la vida pel teu dret a dir-ho”. Es pot recordar Lord Acton, que a finals del segle XIX deia quelcom semblant. Es pot citar també Thomas Jefferson, el tercer president dels Estats Units, que manifestava que posats a triar entre una democràcia sense diaris i una dictadura amb diaris, preferia la segona opció. La cosa és molt senzilla d’explicar. La democràcia només vol dir dues o tres coses, més enllà de votar cada cert període temps: en essència, poder pensar el que es vulgui i, sobretot, poder-ho explicar.

Els mitjans de comunicació no han de ser un contrapoder de res, però sí que constitueixen un dels contrapesos en què es basa qualsevol sistema democràtic. Lluny del primer món, aquest paper és encara més important. A molts països sense desenvolupar, els únics que denuncien la tirania i la corrupció són uns pocs periodistes. No es creguin que són herois o que aspiren a fer política (bé, al primer món i a casa nostra sí; ep, fer política o medrar al seu recer, no l’heroi). Alguna altra vegada he escrit, en aquestes mateixes pàgines, que en llocs on l’oposició, els sindicats i els intel·lectuals són a la presó, a l’exili o al cementiri, uns pocs periodistes que no fan altre que la seva feina, que és la de contar el que passa, són els únics que, parafrasejant un conte clàssic, diuen que el rei va despullat, quan tothom diu que va vestit.

Aquest és el sentit de donar suport, al menys un cop l’any, aquests periodistes. Que des de molta distància, sí, donen la cara també per nosaltres. Que són a la presó perquè nosaltres ens poguem donar el luxe de triar entre el “Salsa Rosa” i el Jiménez Losantos, si ens dóna per aquí. A aquest extrem arriba que donem per suposades moltes coses que, a altres indrets, són pures entel·lèquies.

Però el més greu no és que els paradigmes periodístics a les nostres latituds siguin els dos exemples esmentats en la frase anterior. Aquests mateixos dies, l’ONU celebra una cimera mundial sobre la societat de la informació a Tunísia, un país que et pot empresonar per usar Internet. Un país, a més, que no content amb usar pròdigament aquest recurs per silenciar la dissidència, tolera, si no incentiva, que s’estomaqui els periodistes, autòctons o estrangers. No havia millor lloc per celebrar una cimera d’aquestes característiques?

Així doncs, hi ha molta feina a fer, molts articles com aquest a escriure (i a llegir, si tenen la paciència i les ganes). És millor fer-ho a l’avançada. Com resa un eslogan de Reporters sense Fronteres, que diu en mitja dotzena de paraules el que aquí s’ha intentat explicar amb menys perícia, “No esperis a què et privin de la informació per defensar-la”.

Toni Gallardo
Membre de Reporters sense Fronteres
Padrí d’Alí Lmrabet i de Jennifer Latheef
Feia temps que volia dir quatre coses sobre la desaparició de la llibreria Viladrich. He preferit esperar al tancament definitiu. No perquè la cosa ja no tingui remei, sinó perquè allò bo que pugui dir no afegirà cap fama a la que ja tenia, per mèrits propis, l’establiment, i perquè allò negatiu que també s’ha de posar sobre la taula no tindrà cap efecte perjudicial en la liquidació.

Diguem que la primera sensació, cap allà al mes de setembre, va ser una profunda mala consciència. La notícia em va arribar just l’endemà de comprar els llibres de text de les meves filles a “El Corte Inglés”. Que, per cert, em va deixar tirat en dues de les obres en qüestió, problema per al qual vaig haver de recórrer, no sense vergonya infinita, al meu llibreter de guàrdia del poble on visc.

Després van venir, a doll, sentiments bastant inclassificables. Els primers llibres adults comprats encara a l’adolescència. Llibres que encara volten per casa i que m’han donat alegries i satisfaccions immenses. Llibres que cada quatre o cinc estius es rellegeixen per renovar el goig i que fan d’un canvi de casa una operació logística més complicada que desplegar una divisió blindada a l’altra punta del món. Però que es fa amb gust.

Llibres com un que, en un viatge a una dictadura d’aquestes que, per un progressisme mal entès, cauen simpàtiques, vaig haver de defensar d’un agent de duanes que o s’avorria o volia alguna mena de suborn o propina (o pagament per l’esquerra, com vaig descobrir que també s’anomenava al fenomen). El valor material del llibre no mereixia segurament els tres quarts d’hora de controvèrsia i les mirades homicides provinents de la cua que va formar-se al control de passaports on l’escena tenia lloc. En fi, a un pas fronterer hi ha qui defensa un cartró de cigarrets o una botella de licor. A alguns pocs exaltats suposo que ens dóna, en canvi, per defensar altres coses.

No puc deixar de dir que l’ànim que em va empènyer a mantenir aquella baralla tan poca cosa, però menys poca cosa del que sembla (i a qui no ho entengui és inútil explicar-li), va ser el récord de Jordi López Viladrich defensant, l’any 1984, un llibre de la voracitat dels qui el volien ocultar. Aquell any es va publicar “Les meves confessions”, l’obra autobiogràfica de Mossèn Joan Baptista Manyà, i determinat personatge del clergat local va intentar comprar tots els exemplars existents a les llibreries tortosines, abans i tot que es posessin als prestatges.

El personatge no mereix altre qualificatiu que el de sinistre (per les seves obres els coneixereu, no?), però entre els seus mèrits no figurava el de conèixer el tarannà de llibreters de raça com Jordi López. Uns quants exemplars guardats per ell van obrir l’escletxa suficient perquè el mur s’ensulsiés. Gràcies a la seva valentia, un altre tocat de l’ala de la literatura, Manel Ollé, va poder organitzar una presentació pública del llibre a l’Institut de Batxillerat. Estic molt orgullós d’haver participat en aquella moguda, a la tendra edat de disset anys i en la vessant més guerrillera, cartellera i pancartera.

Després, la vida ens ha portat on ens ha portat i jo fa un munt d’anys que no visc a Tortosa i que no trepitjo la llibreria Viladrich. En realitat, crec que el meu exemplar del llibre de mossèn Manyà, que conservo i guardo com un autèntic tresor, no me’l van arribar a cobrar. Però quan del periodisme vaig aconseguir menjar calent cada dia, pagar la hipoteca a final de mes i, en general, pujar la família, mai vaig oblidar l’exemple de persones com Jordi López o Manel Ollé. Quan m’he partit la cara a peu d’obra de la notícia, de vegades en la pràctica literalitat del terme... Quan m’he jugat el visat d’entrada a un país o que me n’expulsessin a empentes i rodolons per ser d’una ONG que toca la pera en relació a la llibertat de premsa... Doncs sempre he tingut presents a aquest parell. De Manel Ollé algun dia escriuré alguna cosa més profunda (Manel, quedes avisat). De Jordi López Viladrich puc dir que va tenir l’oportunitat de demostrar que no era un mer comerciant, que la seva feina no era com la de vendre embotits (amb el degut respecte pels xarcuters), i que va passar l’examen amb nota màxima.

Però tots aquests elogis, que els asseguro que són sentits i sincers malgrat el que diré a continuació, em van caure als peus quan vaig saber que la llibreria serà substituïda per una sucursal bancària. I que les xifres manejades en l’operació no eren d’escàndol, perquè al capdavall el mercat és el mercat, però sí substancioses. Quedi clar que tothom és molt lliure de vendre’s el negoci familiar, però les llàgrimes de cocodril són perfectament estalviables. Perquè els arguments que hem sentit en boca del senyor López Viladrich no quadren, tot i tenir base, en el que podríem esperar d’una persona que es presenta com a gestor cultural i no com a venedor d’embotits.

Tots sabem que les associacions de mares i pares s’organitzen per comprar a l’engrós els llibres de text, per no parlar de la competència de les grans superíficies comercials, que voreja la deslleialtat. Però tot això és la reacció lògica a anys d’abusos en aquest sector: des dels preus a tot el repertori de pràctiques per impedir el reaprofitament dels llibres. Els llibreters no en són els principals culpables, però tampoc són innocents. Entre la necessitat d’activitats purament comercials per sostenir el negoci cultural i la pirateria descarnada dels llibres de text, hi ha d’haver algun punt mig, que ningú s’ha pres la molèstia de buscar. En tot cas, l’actitud dels que es lamenten per la pèrdua d’ingressos en aquesta activitat em recorda la dels hotelers als quals el sol i platja ja els ve bé, perquè treballar només un mes i mig a l’any és un gran invent, però que quan un estiu van una mica maldades s’exclamen i es lamenten.

Quan un basa el seu negoci en una espècie de monoconreu accepta també aquests riscos. En tot cas, alguna recent implantació de la cooperativa Abacus, una bèstia que fa especial por al sector, ha demostrat que si bé es causen víctimes entre les llibreries tradicionals, altres en surten reforçades. A Tarragona, l’Abacus va matar un parell d’establiments molt interessants, però que la llibreria més dinàmica i amb més salut de la ciutat estigui al mateix carrer, pràcticament davant per davant, diu molt.

Discrepo també sobre la idea de què els guanys amb els llibres de text financen serveis que es donen gratuïtament. Presentar un llibre a una llibreria no és altra cosa que vetllar pel negoci. I que el llibreter t’assessori i t’aconselli, o que t’aconsegueixi una raresa, també els entra en el sou o en el preu que et cobrin. A fi de comptes, a temps de buscar-nos la vida entre els prestatges d’una superfície comercial sempre hi som. Ni ens assessoren ni aconsellen, i de fet no ens donen ni el bon dia, però per això el preu és més barat.

Hem sentit dir, també amb motiu del tancament de la llibreria, que Tortosa, i les Terres de l’Ebre, en general, són lluny de Barcelona i d’altres grans ciutats on es cou el negoci editorial i cultural. Només puc dir que la distància és bàsicament la que un mateix es posa. Que les grans editorials ignoren les petites llibreries? Sí, però també les que estan al mateix centre de Barcelona. Les poques que queden, és clar. I enviar un paquet per missatger costa el mateix de la plaça de Catalunya a Canaletes, que de Portbou a Sevilla, per dir alguna cosa.

Una cosa sí he de reconèixer-los: estic molt mal acostumat per la xarxa de rodalies de Renfe, gràcies a la qual tinc tren per anar a Barcelona cada mitja hora (i cada quart a les hores punta). I per una autopista, caríssima però que em deixa a l’entrada de la Diagonal en 25 minuts sense saltar-me cap limitació de velocitat. Però després de veure com el poble en què visc s’ha convertit en pocs anys en una ciutat dormitori i ha perdut l’ànima, no sé si val la pena ser tant a prop de Barcelona. O si la valdria més una mica més lluny i fins i tot amb pitjors transports.

I una més. Al meu poble estic cansat de veure com els negocis tradicionals cauen un darrera l’altre. Me’n vaig lamentar fins que vaig constatar que les excuses dels antics propietaris (la pèrdua de vendes, la falta de relleu generacional, la competència dels hípers...) eren exactament això, excuses. Estic escamentadíssim de comprovar com les botigues de toda la vida baixen la persiana per ser substituïdes per agències immobiliàries, a canvi de grans traspassos o mil·lionàries vendes del local. Tot plegat fins al punt que tenim el doble d’immobiliàries que de botigues d’alimentació. I no és perquè la gent no mengi... Creguin-me que lamento escriure aquestes coses. Però l’experiència em fa malfiar.

En darrera instància, vull acabar trencant una llança en favor del senyor López Viladrich. A veure, quants de nosaltres no hauríem fet el mateix de trobar-nos en la seva situació? Pensin-ho: acostant-se al final de la vida laboral, amb un negoci en decadència i amb l’oportunitat de treure del local una carretada de diners... El senyor López Viladrich ha elegit la vida de jubilat de luxe, en comptes de la de gestor cultural, i ens ha pogut caure del pedestal, però poca cosa més. És molt fàcil esperar actituds heroïques, sempre que siguin d’un altre. I a fi de comptes les nòmines dels seus treballadors no les pagàvem nosaltres.

Només resta desitjar-li al Jordi López una bona jubilació i recordar-li que, ara que tindrà temps de sobra i el ronyó ben cobert, hi ha moltes formes d’agitació cultural que podrà exercir. Als extreballadors, molta sort, sobretot a les dues persones que han decidit tirar endavant un negoci en el mateix ram. Són la millor prova de vitalitat que es mereix la cultura tortosina en un moment de tristesa com el present. No tot deu està perdut, encara que una de les grans patums s’hagi rendit.