divendres, d’abril 13, 2007

Lo de Conthe no tiene nombre, pero sí apellido


Bueno, nombre no tiene y puede que apellido tampoco, pero si adjetivo. El mínimo epíteto que cabe atribuir a lo que está ocurriendo es el de vergonzoso. Pero el único problema no es la tozudería, digna de mejor causa, del hasta ahora presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. La insistencia del Gobierno en considerar un chantaje lo que probablemente no sea más que un ataque de vedetismo, hace concebir ciertas sospechas. Coherentes, en todo caso, con el papel desarrollado por el Ejecutivo en el embrollo de Endesa.

Manuel Conthe podría haber pasado la historia como el impulsor del código de buenas prácticas que lleva su nombre. Puede acabar pasando como un alto cargo que se emperró en los detalles de su dimisión.

La renuncia se entiende y es perfectamente digna. Conthe quiso actuar según lo que consideraba correcto, pero se topó con que la comisión que presidía no le respaldaba. No es el primer caso en que el presidente de un organismo parecido cree que el hecho de ser él quien aparece habitualmente en los titulares de prensa le confiere alguna atribución diferente a la de tener voto de calidad en caso de empate. Pero llegados a este punto, la dimisión de Conthe es la decisión más decente que se podía tomar, tanto política como personalmente. Con tanto algo cargo que no duda en sacrificar la credibilidad de la institución que preside para continuar agradeciéndole el puesto a quien le nombró, lo de Conthe tiene incluso mérito.

La dignidad expresada por el todavía presidente de la CNMV se da de tortas con la rabieta infantil subsiguiente. Puede que sea el aire que baja de la sierra de Madrid, o el que le llega de las estepas manchegas. Hay muchas personas a las que un cargo en la capital de España transforma hasta límites irreconocibles. Muy probablemente a Conthe le haya dado por irse por la puerta grande y no tanto por dar un portazo. ¿Qué podría revelar el interesado en su comparecencia en el Congreso, que no sepamos o sospechemos ya?

Ahora bien, que el asunto no sea un chantaje, como plantea el Gobierno, no significa que la chiquillada sea tolerable. Si el Ejecutivo considera que no debe plegarse a reacciones pueriles, y mucho menos a chantajes, lo tiene muy fácil: le basta con cesar a Conthe. El problema de Zapatero es que su Gobierno se ha mojado tan a fondo en el lío de las opas a Endesa que ahora no puede realizar un acto de autoridad.

El problema es que eso hace parecer que el Gobierno tiene algo que ocultar. Y la verdad es que no, las intenciones del Ejecutivo sobre Endesa han estado claras todo el tiempo, por mucho que haya querido disimular. No cabe olvidar que la tensión existente en este tema se debe en buena parte a la oposición catastrofista del Partido Popular, que les hace cometer muchas tonterías. Pero también hay que decir que Zapatero y los socialistas se han metido solos en este huerto.