¿Improvisa el gobierno de Zapatero? Pues sí, hay que decir que en realidad no hace otra cosa que improvisar. Continuamente. A todas horas. Pero algo hay que reconocerle: como mínimo se curra las excusas, le pone imaginación. El episodio de ida y vuelta de los créditos de los ayuntamientos no lo puede dejar más claro.
El Boletín Oficial del Estado publica que los ayuntamientos no podrán concertar endeudamiento a largo plazo hasta el 1 de enero de 2012. Es la primera noticia de un real decreto que no ha aparecido en la reseña del consejo de ministros ni en comunicado alguno del ministerio correspondiente. Como todo acto que aparece en el BOE, entrará en vigor al dia siguiente de la publicación.
¿Qué ocurre entonces? Que los ayuntamientos comienzan a centenares a convocar plenos extraordinarios y urgentes para concertar préstamos en las horas que les quedan antes de la entra en vigor de la “ley seca”. Lo de hecha la ley, hecha la trampa, pero dentro de la más estricta legalidad. Dicho de otra forma, una charlotada inmensa, propia de un país bananero. Esta consideración nada tiene que ver con las insuficiencias de la financiación local, ni con la decisión del gobierno, que entra dentro de lo que podría considerarse razonable para reducir un déficit público galopante, por poco que se hubiera hecho y explicado bien. Es simplemente un espectáculo para caerse de la silla.
¿Qué ocurre a continuación? Que prisas aparte, los ayuntamientos ponen el grito en el cielo. Puede que los municipios tengan el bolsillo roto, como la derecha mediática ha tomado por costumbre acusarles. No lo es menos que se les pide mucho más de lo que exige la ley y que, en lo tocante a recursos económicos, se les deja a la buena de Dios. Es más, la caída de ingresos fiscales castiga de forma especial a los Ayuntamientos.
Pero también falta menos de un año para las elecciones municipales y no pocos alcaldes no ven claro su futuro. Con balances de gobierno esmirriados en general, y resintiéndose los socialistas del malestar contra Zapatero, el cierre del grifo, que impediría el “empujón final” con que algunos intentarán el milagro, dispara las alarmas. Y el propio PSOE se da cuenta de que, por si no lo tenía suficientemente magro, se juega los ayuntamientos (al menos, los que le quedan).
Hay que echar marcha atrás. El gobierno no se baja completamente del burro. Simplemente, aplaza la medida al próximo 1 de enero. Zapatero tampoco tiene mucho margen. El decreto-ley debe ser convalidado parlamentariamente y corre el riesgo de verlo revocado. Pero en política jamás se rectifica ni se reconocen los errores. Por eso, como quien no quiere la cosa, publican una “corrección” en el BOE. Hasta la palabra parece elegida para evitar el mal rollo.
Nadie aludió a los duendes de imprenta. Pero todo se andará, si hay que echar mano del recurso en alguna otra ocasión. Lo que decíamos, imaginación para justificarse no le falta al gobierno. Curiosamente, Zapatero decía hace unos días que los recortes y su nueva política ante la crisis no eran un bandazo. Pero dado que el gobierno no para de dar bandazos, cabe preguntar de qué hablaba Zapatero. Es la pregunta obvia: si no son bandazos, qué son entonces.
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