dilluns, de juny 01, 2009

Europa no conecta (2)


Decíamos la semana pasada que si Europa no conecta es, en parte, porque los profesionales del tema no ponen mayor interés en que conecte. ¿Aserto aventurado o excesivo? Basta con ver la campaña electoral que están haciendo para darse cuenta de que nos quedábamos cortos.

Poco más podemos decir sobre lo interesados que están en encontrar algún remedio a la abstención. Sólo cabe añadir que mientras sigan obteniendo un determinado porcentaje (que les asegure lógicamente unos escaños y los privilegios e ingresos que conllevan), poco les importará que el tanto por ciento sea en relación a un despojo.

Sin embargo, la cuestión que ahora planteamos es si realmente les interesa Europa. No duden que si escuchan a los candidatos y a sus partidos, se trata de su principal prioridad universal. Pero en estos asuntos, es más importante fijarse en los actos que en las palabras. Sólo así puede valorarse apropiadamente si lo que nos dicen está fundamentado en algo tangible.

¿Europa, dicen? Claro, algo hay que decir de ello para disimular. Pero las intenciones de unos y otros quedan claras cuando se comprueban sus auténticas intenciones. Para unos se trata de ganarlas con el fin de quemar un poco más a Zapatero. Los otros, en consecuencia, apelan al manido miedo a la derecha (que hasta la fecha les ha funcionado bastante bien). No es que Zapatero esté ya calcinado en buena medida o que la derecha no sea de temer. Es que no puede quedar más claro que Europa es una mera circunstancia para continuar tirándose los trastos a la cabeza.

Y así seguirán, ya que fomentar un enfrentamiento bipartidista, que deje fuera todo lo posible a los partidos pequeños, les sale muy a cuenta. El teatro de la política tiene a veces estas floridas derivadas.

No crean que ayuda mucho que el Parlamento Europeo sea un cementerio de elefantes al que enviar, a título de jubilación dorada, a todo tipo de dirigentes políticos y excargos oficiales con los que existe algún compromiso de recolocar. No pocas veces un cese o una renovación se aliña con el recurso a ese varadero de lujo. La gente no es tonta y se da perfecta cuenta de ello. Luego, algunos se avergüenzan de su propia candidatura y tiran de normativa (que oportunamente aprobaron ellos mismo) para hacer listas a medida según la comunidad autónoma. Suerte que la circunscripción era única en estos comicios.

Pero aparte de lo mal que se lo montan los partidos, hay deficiencias estructurales en las instituciones europeas que también explican su escasa conexión con los votantes. Cuando aquí hablamos de segundas vueltas y otras fórmulas para asegurar que gobierne quien gana, al votar para Europa seguimos sin saber para qué votamos exactamente. No basta con decir que elegimos a unos diputados. La cuestión sigue siendo quien elige a quienes dirigen el cotarro, que no son ni siquiera esos diputados que nos dejan elegir.

En cuestiones europeas se habrán transferido muchas competencias por parte de los Estados, pero éstos se niegan a soltar la sartén que tienen por el mango. Las decisiones últimas las toman entre ellos, a veces en encuentros informales que se asemejan a unas vacaciones. Es normal que los electores pensemos que nuestro voto europeo no sirve para nada, ya que las cosas serias de verdad las deciden nuestros propios gobernantes, a los que elegimos en otros comicios. No es que las elecciones nacionales permitan tirar cohetes sobre la abstención, pero su diferencial de participación con las de este domingo es autoexplicativo.