dijous, de gener 07, 2010

Hora de invertir en seguridad o en armamento


El atentado aéreo frustrado en Navidad ha vuelto a desatar la histeria en el mundo occidental. Aunque sería un error menospreciar las amenazas existentes hoy en día, no cabe sino definir como histeria cierto género de reacciones. Es triste que lo mejor que puede decirse de dichas reacciones sea que parecen interesadas. No es que demos pábulo a teorías conspiratorias, pero a veces resulta difícil no creer que a algunos ya les viene bien lo que ocurre.

Ahora es muy fácil decir que se necesitan nuevas y “mejores” medidas de seguridad para afrontar los retos, cada día más sofisticados, de grupos terroristas tan etéreos que hasta nos atrevemos a clasificar en franquicias. Y es tan fácil porque permite obviar que en este último susto, como en otros anteriores, fallaron muchas cosas. Cosas tan sencillas como que los servicios secretos y las policías, supuestamente volcados en luchar contra el islamismo peligroso, se coordinen mejor y compartan algo más de información.

Cosas, en definitiva, que si funcionasen como es debido harían innecesario el recurso a carísimos y dudosamente democráticos cachivaches, como esos escáneres corporales que nos venden como una panácea.

Y puede que el verbo vender resulte de lo más indicado para referirse a lo que estamos viviendo. Las amenzas existen, es verdad, aunque no sepamos exactamente qué o quien está tras ellas. Pero lo que sí tenemos claro e identificado son los recortes a la libertad que se vienen realizando en nombre de la seguridad. Que un gobierno como el alemán, que hace pocas semanas decía que el escáner corporal era un artefacto perfectamente inútil, encabece ahora la lista de pedidos, define con bastante precisión lo que está ocurriendo. Que es ni más ni menos que el miedo como arma de márqueting.

Nos dicen que el siglo XXI va a ser así. Y no sabemos si tomarnos el aserto como una advertencia sobre riesgos bastante difusos, aunque no inciertos, o como un espot publicitario a gran escala de sistemas de seguridad. Puede que que haya llegado la hora de invertir en seguridad. O en armamento. Bien, esa hora no sería precisamente nueva, porque desde hace mucho hay quien necesita que la gente se mate entre ella para continuar repartiendo dividendo, o simplemente porque otros necesitan enemigos para poder funcionar. La pésima fama de los mercaderes de armas no debería hacernos ignorar que los auténticamente peligrosos son estos segundos.

Y, aunque el terrorismo islamista sea cosa de salvajes con los que resulta imposible negociar nada, de este género de visionarios también vamos sobrados en el mundo occidental en los últimos años.

2 comentaris:

Jordi Voltà ha dit...

Hi ha magatzems i magatzems plens de vacunes de la grip-A. Haviem de caure com a mosques però...ja se sap, les mosques revifen amb molta celeritat. Ara l'amenaça -en la questió sanitària- és que la pandèmia...tornarà amb més virulència. Pors i més pors. Una manera de tenir-nos amb el collar curt. "Lo" desconegut; no hem canviat gaire. tant sols idear nous "papus" per a nous temps.

Pipo ha dit...

Un bon pla de màrqueting es composa de les 4 "p": Product (producte), Price (preu), Place (lloc) i Promotion (promoció). En el temps que corren, la cinquena "p" déu ser la de por.
Estic totalment d'acord amb el comentari d'en Jordi Voltà. Primer va ser la grip A, ara els escàners.
Primer, gràcies al màrqueting de la por, s'han fet d'or algunes farmacèutiques (així m'ho reconeixia un metge de l'ambulatori de Calafell, qui em va confirmar que només vacunaria 4 ó 5 persones d'entre els més de 1500 pacients assignats que aquest metge té.
Ara toca que empreses de seguretat (si no s'han fet encara d'or algunes de les que volten per Irak amb els seus mercenaris) també es facin d'or gràcies a la por.
Què serà lo seguent?
D'aquí a pocs mesos ho sabrem.
Per cert, he enllaçat el teu blog al meu. M'agraden molt els teus articles.
Salutacions
Pipo