dilluns, de març 30, 2009

El sistema modélico se cobra su primera víctima



La crisis se ha cobrado su primera víctima en el sistema bancario puesto como modelo de solidez para el mundo mundial. Pero la intervención de Caja Castilla-La Mancha es sólo la punta del iceberg de las graves tensiones que afectan a muchas otras entidades. La situación es muy delicada y las posibles sorpresas, de alcance casi inimaginable. Y sólo queda la duda de si hay problemas que se intentan ocultar para no desatar el pánico o como consencuencia, indeseable pero coherente, de haber dado garantías que pueden acabar siendo inasumibles.

Hacía semanas que se veía venir el trompazo. Hasta podía darse por descontado que la primera víctima sería una caja, porque el sector había puesto mucho más el cuello incluso que los bancos en la euforia constructora de los últimos años. Y porque, no hay que olvidarlo, el control político, directo o indirecto, conlleva desde muy antiguo toda suerte de pecados y pecadillos de lo más diverso. Cuando no hay accionistas a los que darles cuenta de nada...

Que la entidad caida sea ésta y no otra es meramente circunstancial. Con la conocida excepción de Caja Madrid, en la que hay una lucha a muerte por controlarla (señal que no estará tan mal), la mayor parte de gobiernos autonómicos está buscando componendas para salvar de la debacle a entidades con sede o raíces en sus territorios.

En el peor de los casos, lo ocurrido con la entidad manchega ilustra que ni el control político basta para que el resto de cajas quiera quedarse con el muerto. Ni gratis ni siquiera cobrando por ello. Muy mal tienen que estar las cosas...

Nos dicen que se trata de un problema de desconfianza. De que nadie sabe qué esqueletos guarda en el armario cada cual. Y que así es imposible que las entidades se presten dinero entre ellas para reactivar la rueda financiera. O que acepten fusiones a precio cero que pueden ser regalos envenenados. Es normal que desconfíen y no sólo porque quién va a saber mejor cómo están realmente las cosas. Es que a los directivos les ha de costar horrores imaginarse que alguien deje la poltrona tan fácilmente. Si la mayor parte no se sueltan ni con aguarrás, aunque les esperaría una jubilación dorada, sin ninguna responsabilidad por el lío que han montado...

Hasta el Gobierno está atrapado por la situación y se ve obligado a participar de una especie de encubrimiento que, en otras circunstancias, podría llegar a comprenderse. La teoría de los males mayores acostumbra a ser tramposa, pero tampoco puede despreciarse completamente. Pero es más, decir la verdad es básico cuando se van a pedir actos excepcionales o grandes sacrificios y sólo puede existir alguna excepción para evitar un pánico. Otra cosa es que el pánico se use como pretexto para obviar los problemas, sobre todo cuando uno se ha equivocado tanto en un tema.

Sin embargo, no crean ustedes que el Gobierno hace reflexiones tan sesudas sobre cómo se deben gestionar situaciones difíciles. Qué va. El problema es que el Gobierno ha quedado atrapado en sus propios alegatos de que no pasaba nada y el sistema era modélico. Hasta en el mismo anuncio de la intervención se daba esa contradicción. Dijo Solbes que la caja intervenida era solvente, que su patrimonio neto es positivo y que no tiene agujeros. Bueno, pues qué suerte, considerando que el Gobierno ha acabado avalando el triple de la cifra en la que se estimaban sus “dificultades transitorias de liquidez”.

Pero el Gobierno es especialmente prisionero, entre otras cosas, de su promesa de garantizar los depósitos “urbi et orbe” de todo el sistema financiero español. Esa promesa, formulada para tranquilizar los ánimos, es ahora un boomerang peligrosísimo. Garantizar todos los depósitos hasta 100.000 euros por persona, cuenta y entidad, es comprometerse con el 98% de los ciudadanos, incluso aunque se diera el caso de que el 2% restante tenga más dinero que todos los demás.

En su día, dijimos que se trataba de un brindis al sol porque ya quisiera esa inmensa mayoría del 98% tener 100.000 euros en el banco que hubiera que garantizar. Pero hoy el problema es mayor. La garantía del Estado puede encajar una intervención. Puede que encaje dos, tres, cuatro o media docena. Pero hay que preguntarse cuántas de estas situaciones pueden encajarse. El drama está en que el sector financiero no está dispuesto a sanearse por sí mismo, pese a ser el principal culpable de lo que ocurre, y de momento, por mucho que algunos se propongan refundar el capitalismo, sin los bancos no vamos a ninguna parte.

diumenge, de març 29, 2009

Seguridad, sí. Arbitrariedad, ya no tanto.


El turismo se está resintiendo de la crisis, pero menos lo que podría parecer. Los recientes tiempos de vacas gordas han asentado ciertos hábitos que el actual malestar económico reduce sin llegar a matar del todo. A veces la “caída” no llega al 10% y en momentos estratégicos se sigue colgando el cartel de lleno. Por eso, el sinsentido que padecen muchos usuarios del transporte aéreo, a cuenta de las pretendidas medidas de seguridad implantadas en 2006, sigue en plena forma.

El Parlamento europeo ha tomado algunas resoluciones bienintencionadas, pero de escaso efecto práctico. La Eurocámara ha recordado que no se puede aplicar ningún tipo de normativa a la que no se haya dado publicidad. Pero se trata de un argumento-trampa, ya que al parecer basta con publicarla en un boletín oficial para que la más enorme tontería cobre carta de naturaleza. El problema no está únicamente en que el secreto amparara las arbitrariedades. Está en que los procedimientos continúan siendo igual de arbitrarios por sí mismos y, aunque se comparta su necesidad, todo el mundo se da cuenta de que se aplican de un modo absolutamente “sui géneris”.

Hay que reconocer que una parte del problema es puramente estético. Porque ciertamente que a una madre la obliguen a tirar el contenido de los biberones de su bebé en el control de seguridad (lo que ocurre menos que al principio, pero sigue ocurriendo), mientras en el duty-free shop se pueden comprar sin problemas todo tipo de bebidas, incluidas las alcohólicas, no hace lo que se dice bonito. Y resulta muy fácil hacer una chanza sobre el mérito que tiene llenar con nitroglicerina un tubo de dentífrico sin que nos estalle en las manos.

Las autoridades nos dicen que este tipo de planteamiento es demagógico porque no tiene en cuenta todas las razones al caso. Y hay una parte de dicha argumentación que resulta razonable: ¿para qué queremos, por ejemplo, llevar con nosotros gel de baño si en la cabina del avión no hay ducha? Pero hay otra pregunta muy pertinente: ¿alguien se ha tomado la molestia de explicar razonablemente dichas razones, más allá de de pedirnos que las creamos a ciegas?

Un problema puede racionalizarse si se explica adecuadamente. Las personas normales no sufrimos estupidez y somos capaces de entender que un líquido que va del proveedor a la tienda del aeropuerto entraña mucho menos riesgo que uno que nos traemos desde casa, cuyo “recorrido” no está “controlado”. Explicado así hasta parece sencillo. En realidad, hasta somos capaces de entender que el 40% de los ingresos de un aeropuerto provienen de las tiendas que alquila en las terminales y que si eso faltara acabarían subiendo las tasas que gravan el billete. Pero como nadie se ha esforzado en dar una explicación tan correcta como fácil de comprender, muchísimos usuarios del transporte aéreo siguen preguntándose por qué están tan restringidos los líquidos, si en el mismo aeropuerto se pueden comprar a hectólitros cúbicos.

Y no se trata sólo de subir líquidos a los aviones, que es tal vez el aspecto más llamativo de la cuestión. Es que cualquiera pude darse cuenta de la arbitrariedad y poca claridad con que se llevan a cabo los controles de seguridad en los aeropuertos. Uno tiene que semidesnudarse o ser cacheado, a veces de forma que roza la indignidad, pero justo delante de nosotros hay quien pasa como si tal cosa, sin quitarse ni zapatos, ni cinturones... Y el detector de metales no suena, aunque lleve todo lo imaginable en los bolsillos, mientras a nosotros nos sigue “pitando” sin que podamos imaginar qué metal nos podría quedar encima.

Corremos el riesgo de caer de nuevo en la supuesta demagogia recurriendo al anecdotario que, dado el auge del transporte aéreo de los últimos quince años, daría para mucho. Pero las cosas como son. Las leyes deben obedecerse, pero una sociedad democrática no se basa solo en la imposición. También debe basarse en la convicción. No hay obligación que tenga más éxito que la que es compartida plenamente por quienes están concernidos. Pero para que dicha adhesión se produzca se necesita información clara y no ejemplos contraproducentes.

diumenge, de març 22, 2009

Reflexiones sobre el ejercicio de la autoridad


El desalojo de la Universidad de Barcelona y los incidentes callejeros posteriores han levantado una tempestad política a propósito de la actuación policial. No hay que hacer demasiado caso de los aspavientos de los políticos, que, en uno de los factores que más enojan a los electores según todas las encuestas serias sobre la abstención, entonan cantares distintos según estén en el gobierno o en la oposición. Pero sí que son pertinentes algunas reflexiones sobre el ejercicio de la autoridad y hasta de las repercusiones políticas no tan evidentes de este controvertido suceso.

Vaya por delante que, vestiduras rasgadas a parte, en Catalunya está de modo poner de vuelta y media a la policía autonómica. No se trata sólo de campañas de infundios organizadas por la caverna mediática madrileña, que también es el caso. Seamos un poco autocríticos: muchos catalanes tienen enraizada en su subconsciente la idea de que una policía propia debería ser más blanda. Ya saben: menos multas, menos palos...

Se trata de un planteamiento iluso. Aunque todos esperamos de los Mossos d’Esquadra un modelo de policía mejor, precisamente por suponerles o atribuirles mayor proximidad, son policía. Es decir, el instrumento de la fuerza del Estado. Eso, además de detener delincuentes, incluye poner multas o lanzar cargas a garrotazo limpio. ¿Qué creen que significan esos bonitos aforismos según los cuales un signo de civilización, que ya no de democracia, es que la fuerza sea ejercida en régimen de monopolio por el Estado?

Y hablamos de fuerza deliberamente, asumiendo un eufemismo que lleva a diferenciar la fuerza de la violencia. Porque aunque se trata de una acrobacia semántica, refleja que existe una diferencia. Es tan sencillo como que la violencia se convierte en otra categoría, la fuerza, si se cumplen determinados requisitos básicos.

Puede parecer mera filosofía, pero ese y no otro es el meollo de los famosos incidentes de Barcelona: sin duda hubo violencia por parte de quienes protestaban, pero la actuación policial se saltó alguno de los principios básicos que permiten llamar fuerza (e incluso apostillar que es legítima) a un reparto de palos que, sin esos mínimos, sería injustificable. ¿Qué requisitos son esos a los que aludimos tan reiteradamente? Se pueden escribir varios tomos sobre ello, pero la verdad es que, lisa y llanamente, son tres elementos muy sencillos.

El primero, que el recurso a la fuerza debe ser la última alternativa, cuando se han agotado todos los demás recursos. Se explica a sí mismo y solo admite una excepción: que una situación de máxima urgencia y extrema gravedad necesite una actuación inmediata. El segundo, que el uso de la fuerza debe ser proporcionado. Tampoco se trata de un adjetivo para hacer bonito: con la dificultad objetiva que significa actuar en situaciones muy confusas, también somos capacez de darnos cuenta de si se nos ha ido la mano o no. Y, por descontado, de los profesionales de la seguridad pública se espera un cierto grado de serenidad, aun en situaciones difíciles.

Y el tercero, que aunque figure en último lugar es el más importante, que el uso de la fuerza debe estar justificado. Parece otra afirmación de manual, pero no basta con decir que los palos deben ser el último recurso y ser proporcionados. Es que tiene que haber motivos reales y suficientes para lanzar una carga policial, sobre todo si es a degüello, como en algunos momentos pareció en Barcelona. Para no abandonar el tono filosófico de esta reflexión, diremos que cuando la autoridad va a vulnerar un derecho (la integridad física de unas personas) debe ser para proteger otro derecho mayor o como mínimo igual de importante.

Una pedrada que no toca a nadie, pese a su evidente riesgo, o hasta un contenedor en llamas, no debería acabar con docenas de personas en el hospital. Otra cosa es que se esté arrasando un barrio entero o que las pedradas hayan causado heridos. Pero que la fuerza no deba usarse jamás a la ligera, excluye que se tomen como pretexto para su uso incidentes menores y de muy escasa repercusión.

Sería muy fácil decir ahora que la majestad de la ley sólo debe ceder cuando su ejercicio puede provocar males mayores. Pero todos sabemos por dónde van realmente los tiros en estos menesteres. Basta una línea de lapiz pintada en el suelo si al poder le interesa ese día hacer un escarmiento o demostrar quien manda aquí.Y que dicho tipo de decisiones puedan tomarla, si se da el caso, los mandos policiales a pie de calle no es un consuelo, sino más bien un motivo de alarma.

Pero también corremos el riesgo de irnos al otro extremo. Es lo que le ocurre a cierto progresismo que se siente desubicado si le toca enarbolar la porra. Claro que esto no sucede sólo por progresismo mal entendido, sino especialmente cuando a uno le ofusca la ambición y se queda con un regalo-trampa pensando que le hacen el favor de su vida. En definitiva, no se puede ser ministro de la guerra, como se llamaba antes, y pacifista radical. Aunque las flores puedan lucir muy bien en la boca de un fusil, se trata de universos diferentes.

Para acabar. Está clarísimo que a la Universidad se tiene que ir a estudiar, al menos mientras la mayor parte del coste lo asumamos todos, y que algunos “estudiantes” se esforzaron mucho en ganarse los palos que recibieron. Pero a la autoridad se le fue la mano de forma manifiesta, y no sabemos si es peor que fuera a posta o por descontrol. En definitiva, que se aclare lo que se tenga que aclarar y que se depuren las responsabilidades que corresponda. Porque quienes pensamos que no hay otro régimen político, que no sea la democracia, en donde la autoridad y su ejercicio estén más legitimados, nos sentimos terriblemente fuera de lugar.

dijous, de març 12, 2009

Un año después

Un año después de su segunda victoria electoral, el presidente del Gobierno pasea como ánima en pena por un complicado laberinto. Es evidente que la crisis económica no ayuda a la tranquilidad política en ninguna parte del mundo. Pero también es verdad que la errática andadura de Zapatero le ha enajenado los apoyos que necesita imperiosamente para hacer frente a la situación. ¿Una victoria dilapidada? Si, sin ninguna duda. El problema es que las consecuencias no son sólo políticas.

Los socialistas ganaron las elecciones a caballo de los últimos coletazos de la bonanza económica. Los nubarrones acechaban amenazadores en el horizonte, pese al legendario empecinamiento de Zapatero para negar la crisis, sólo corregido muy tarde. Un año después, la crisis que no existía se ha vuelto descarnada: un PIB que navegaba varios puntos por encima del de las locomotoras económicas mundiales se ha trocado en una recesión sin fecha de caducidad; el superávit del Estado, en un creciente déficit, y el paro, en un drama.

La crisis ha arrollado a Zapatero. Hay que decirlo así de claro. Su falta de liderazgo en las cuestiones que no hacen bonito, ha acabado por pasarle factura. En algunos momentos difíciles del pasado mandato tuvo la suerte de contar con ministros veteranos, como Solbes o Rubalcaba, que apuntalaron la situación. Pero hoy Solbes está en la cuerda floja. A falta de otros recursos, a Zapatero sólo le queda el cambio de cromos en la composición del Gobierno. Pero aunque algunos integrantes de dicho Ejecutivo están quemados prácticamente desde el mismo día en que su nombramiento apareció en el BOE, no es un problema meramente de caras.

La obsesión de Zapatero por pasar a la historia como una buena persona le aboca al inmovilismo. Un buen ejemplo de ello es su temor a una huelga general, que le ha llevado a descartar reformas estructurales sin el acuerdo de sindicatos y patronal. Si en algún momento era necesario un acto de autoridad o de liderazgo del Gobierno, es este sin ningún lugar a dudas. Zapatero ha bloqueado su política económica y social y no es serio que lo haya hecho meramente para poder ser el primer presidente del Gobierno que se va a casa sin que “le hagan” una huelga general.

Pero no es ese el único frente convertido en un callejón sin salida. A fecha de hoy, Zapatero no tiene asegurado poder aprobar los próximos presupuestos generales del Estado. A base de engatusar a unos y a otros y de repartir sonrisas, el líder socialista se ha quedado solo en el Parlamento. Convencido de que las buenas palabras le bastaron para trampear su primer mandato, no se ha dado cuenta, puede que hasta ahora, de que, como decíamos la semana pasada, en el mostrador de la política ya no se le fía.

Las elecciones vascas y gallegas del pasado 1 de marzo han complicado todavía más el puzzle. Aunque entraba dentro de lo esperable la pérdida de la Xunta ha sido dolorosa. Pero el endiablado resultado en Euskadi deja a Zapatero contra las cuerdas. Necesita los votos del PNV en el Congreso como agua de mayo, pero, aparte la presión del socialismo vasco, no quiere afrontar la previsible ofensiva de tono “españolista” del PP si cede Ajuria Enea a los nacionalistas vascos.

A Zapatero se le estrecha hasta la asfixia el margen de maniobra. Pero el auténtico problema es que quiere seguir haciendo juegos de manos con sus apoyos, en lugar de hacer opciones claras. Incluso la de buscar un pacto de Estado con el PP, difícil pero no imposible. También puede que todavía haya algún conejo por sacar de la chistera. En todo caso, la prórroga de los presupuestos no da para acabar la legislatura completa, pese a las voces socialistas que proclaman que hay que aguantar como sea porque esto pasará.

dijous, de març 05, 2009

Perquè passejo pel món la meva diabetis

Hi ha un parell de persones, autèntics corcons, que em pregunten, amb insistència digna de millor causa, perquè "passejo" pel món la meva diabetis. Ja sabeu: el meu bloc sobre el tema, la "campanya" sobre la discriminació per als diabètics que significarien les últimes mesures de Ryanair, parlar-ne a tots els fòrums públics o privats als quals em conviden... És més, sembla com si ser diabètic fos una mena d'estigma que cal portar en silenci. Tinc la impressió que la cosa va més enllà del repelús que una malaltia, sobretot si és crònica, pot produir en alguna ànima sensible (esbiaixadament sensible, hauríem de dir).

Però jo penso continuar explicant el que cregui oportú i queixant-me quan calgui, i lamentablement cal molt sovint. Aquí he volgut resumir perquè ho faig. I com que he escrit aquesta introducció després que els punts que venen a continuació, la cosa ha acabat tenint forma de decàleg (és un dir, perquè només n'hi ha nou).

–Perquè no vull que ningú em tingui llàstima per ser diabètic. És allò que algú t'insisteix ad nauseam que tastis un mica de pastís, no s'atura ni quan li dius que no menges dolç i al final li has de dir que ets diabètic. I llavors va i et solta una cantarella gairebé idèntica en tots els casos: "Perdona, no ho sabia. No saps com ho sento". I tu t'has d'aguantar per no dir-li que no cal que senti res. Que tens una malaltia, per tota la vida per més senyes, però que no ets un malalt. Que fas una vida perfectament normal i que et poden fer falta algunes coses, però no certament llàstima de ningú.

–Perquè la rucada de Ryanair és una minúcia en comparació amb algunes discriminacions serioses de debò que patim els diabètics.

–Perquè estic cansat de la pel·lícula de por que significa contractar o renovar una assegurança sanitària quan ets diabètic. Per no parlar de la befa que significa que alguna asseguradora es presenti públicament com el súmmum de la responsabilitat social perquè ha llançat alguna almoïna a algun projecte d'investigació, preferentment si és mediàtic, i després tracti a patades als seus propis clients.

–Perquè no és just que els diabètics no puguem accedir a certs llocs de treball de l'Administració, perquè n'estem exclosos. Perquè l'Estat ens considera invàlids a priori, donant per suposades circumstàncies que no tenen perquè passar. I perquè, contradictòriament, no ens considera invàlids per a cobrar una pensió. Ep, no és que vulgui cobrar cap prestació, perquè ja he dit que no estic malalt, tot i tenir una malaltia. És que algú s'hauria de fer mirar tals contrasentits.

–Perquè n'estic tip de certs professionals de la sanitat que es pensen que tens diabetis per gust. Que si fos contagiosa, gairebé te l'hauries contagiat expressament per tocar la pera i fastidiar-los a ells i a elles els seus plàcids torns de visita. Bé, no sé si ho pensen, però ho sembla quan t'insinuen (o més aviat et tiren a la cara obertament) que ets diabètic pels excessos que has comés. Molt sovint, abans de preguntar-te si tens antecedents familiars i plantejar-se si, al menys en part, la teva diabetis podria ser hereditària.

–Perquè les llistes d'espera per fer-te proves vitals relacionades amb algunes de les pitjors complicacions possibles de la diabetis, són d'escàndol. I perquè, en general, el sistema sanitari actua sota el principi que els diabètics, com tots els crònics, no tenim pressa ja que el nostre problema és per tota la vida.

–Perquè no em dóna la gana que una empresa se'm pixi a la cara i gosi fer-ho emparant-se en el pretext que em cobra barat el seu producte o servei. Haurem de recordar que els preus els posen ells lliurement? I que hi ha mínims irrenunciables encara que t'ho regalin?

–Perquè callar és el pitjor que podem fer quan ens sentim agredits. Fer sentir la nostra veu no és inútil. De vegades, s'obren miracles. Però fins i tot quan no serveix per res, serveix si més no per deixar clar que amb nosaltres no hi comptin, que les rucades que facin no les poden fer en nom nostre o amb el nostre assentiment, i que la vergonya que s'hagi de passar la passaran ells.

–I, finalment, perquè de vegades no és dolent enrecordar-se'n d'allò que a un el toca personalment. Com que me n'he fet un tip de mullar-me personalment i de fer mullar la meva empresa en moltes causes solidàries (de vegades donant suport nominal, però gairebé sempre posant-hi feina i hores, o directament diners), em puc donar el luxe de preocupar-me per un problema que m'afecta, sense haver-me de sentir si no seré una mica egoïsta.

L'entrevista als Matins de TV3

dimecres, de març 04, 2009

La campanya sobre Ryanair i els diabètics, demà a TV3

La petita reivindicació sobre la discriminació als diabètics que Ryanair prepara, mitjançant el cobrament per usar el lavabo de l'avió, es va fent forat i demà tindrà l'ocasió de fer-se'n molt més. Ens han convidat al programa "Els Matins" de TV3 per explicar què demanem. Sortirem a un espai del programa que presenten la Lídia Heredia i la Magdalena Oliver, cap allà a un quart o dos quarts d'11.

És una ocasió excel·lent per donar a conèixer a tothom la que està preparant Ryanair (tot i alguns desmentits sui generis que han fet córrer), i en particular per fer saber que és una mesura amb una derivada de discriminació per motiu de salut, que va més enllà de l'empipada que poguem sentir com a usuaris.

Vegeu aquí els antecedents del cas


Vegeu aquí el grup de Facebook que hem creat

dimarts, de març 03, 2009

Rajoy respira, Zapatero no se sabe

Las elecciones vascas y gallegas del pasado domingo tienen muchas lecturas. Incluidas las que puedan efectuarse en clave política estatal. Casi siempre ha sido así, pero las especiales circunstancias que vienen viviéndose en los últimos años incrementan esa percepción. Dicho en palabras mucho más simples: Rajoy respira aliviado y gana al menos un tiempo más al frente del PP, y Zapatero y los socialistas navegan como pueden entre la derrota gallega y lo que venden como una victoria vasca, que el mínimo calificativo que merece es el de curiosa.

De Galicia poco se puede decir. El bipartito saliente paga cuatro años en que no ha demostrado ser mejor alternativa que la derecha de toda la vida en esa comunidad. Pero es más: al querer imitar los métodos caciquiles del PP de Fraga, la izquierda gallega ha demostrado palmariamente que para esos menesteres la derecha no tiene rival.

Hay alguna otra reflexión al respecto. Que la derecha haya poco menos que arrasado en las zonas industriales de Galicia, donde cabría suponer la existencia de un mayor voto obrero, ilustra como la crisis económica está comenzado a alterar el mapa electoral. Tampoco es que sea mucho, pero si suficiente. Ni la victoria del PP ha sido mucho mayor que la de hace cuatro años, ni el castigo sufrido por el bipartito PSdG-BNG ha sido devastador. Hablamos de un decalaje de dos escaños. Pero la política funciona así, con claves psicológicas que acostumbran a volar solas, frecuentemente muy por encima de los hechos objetivables.

Lo del País Vasco es mucho más complejo, pero dicha complejidad tampoco es de ahora. Formar gobierno por aquellos andurriales ha sido siempre un encaje de bolillos, en el que el PNV ha demostrado tener una habilidad excepcional. Hasta que los números no salen, claro. Y en parte la cosa ha ido siempre por ahí porque los gobiernos españoles han necesitado en numerosas ocasiones del apoyo parlamentario de los nacionalistas vascos. Un grupo pequeño, pero absolutamente estratégico para cuadrar una mayoría, que ha sabido administrar muy bien el afán de comprarse la tranquilidad del gobierno de turno.

Sin duda, los socialistas se sienten fuertemente tentados por la posibilidad de ver a Patxi López como lehendakari. Está en la naturaleza de la política ambicionar el poder. Pero conservarlo es todavía una pulsión más fuerte. No siempre el ansia de conquistarlo coincide geográficamente con la de mantenerlo. Y de ahí los mensajes anómalos que los socialistas están lanzado, que son fruto precisamente del intento de cuadrar más de una cosa.

Que Patxi López quiera gobernar en solitario, no siendo la fuerza más votada en la cámara vasca, es un milagro que solo puede obrarse con un acuerdo con el PP y el partido de Rosa Díez para que le voten la investidura y le vayan sacando las castañas del fuego, sin llegar a incorporarse al ejecutivo. Puede que dichos socios acepten tan singulares condiciones, dentro del espíritiu frentista que domina la política vasca, tanto por el lado nacionalista como por el españolista (o constitucionalista según propia definición).

Puede incluso que Zapatero confíe en que una fórmula a medio camino le permita apear del cargo a Ibarretxe y, a la vez, no perder el apoyo del PNV en Madrid. Pero a simple vista es esperar mucho. No hay que olvidar que para los partidos nacionalistas ostentar el gobierno de su respectiva comunidad es un ser o no ser. Que se lo pregunten, si no, a CiU, que desde que perdió la Generalitat en 2003 anda dando palos de ciego en su peor modalidad: la de dejarse engañar una vez tras otra porque la tentación de recuperar el poder en Catalunya les ciega los ojos.

El problema de Zapatero es que está con el agua al cuello a causa de la crisis económica y se está quedando sin salvavidas por haberlos ido quemando uno a uno con falsas promesas. En el mostrador de la política, al presidente del Gobierno ya no se le fía. Su problema, en todo caso, es que lo tiene difícil para pagar por adelantado, incluso en el supuesto de que quisiera, que no quiere.

diumenge, de març 01, 2009

Evitem que Ryanair discrimini als diabètics

L'aerolínia Ryanair vol cobrar per usar el lavabo de l'avió. És molt discutible que un servei tan bàsic sigui objecte de peatge. Però, a més, és una mesura que discrimina a les persones que tenim diabetis.

Els diabètics necessitem anar al servei freqüentment, perquè el cos es "defensa" expulsant sucre amb l'orina. Per nosaltres no és un gust, sinó una necessitat en el sentit més literal, per la qual cosa no podem triar si ens aguantem fins al final del viatge. Es pot donar la paradoxa que anar al lavabo ens costi més diners que el bitllet.

Les aerolínies tenen dret a organitzar el seu servei com vulguin i a cobrar pels conceptes que creguin oportú. I òbviament no tenen la culpa de la nostra malaltia. Però no creiem legítim que es prenguin mesures que causen perjudicis objectius a les persones per raó de salut.

No és qüestió de plantejar boicots o de volar només amb companyies que respectin uns mínims per a tots els seus passatgers, sinó d'exigir que no hi hagi decisions que discriminen a un sector de la població, per desgràcia cada dia més elevat.

Si voleu donar suport a aquesta reivindicació, podeu sumar-vos al grup de Facebook que hem creat. El podeu trobar clicant aquí. No importa que no sigueu diabètics. Qualsevol dia, una empresa s'inventarà una rucada semblant que perjudicarà als que portin ulleres, siguin massa alts o tinguin els peus plans.