dijous, d’octubre 14, 2010

Se nos había afinado el paladar

La crisis había disparado el consumo de marcas blancas. Pero las cifras récord conseguidas en este segmento comienzan a desandar su espectacular crecimiento. Las explicaciones de los expertos son exhuberantes, pero acaba concluyéndose que la bonanza anterior nos había afinado el paladar como nunca.

Hay explicaciones técnicas que son de "pa sucat amb oli", como se dice en catalán. Sesudos expertos en consumo aducen que lo de las marcas blancas no ha sido fruto de la crisis, sino de que a todos nos dio por probar algo diferente. Más claro no puede estar: el caviar acaba aburriendo.

Pero la realidad tal vez sea otra. Las marcas blancas se han visto espoleadas por un súbito descenso del poder adquisitivo de muchas familias. En el período anterior a la crisis se estiró más el brazo que la manga. Ahora, hay que hacer frente a los créditos con que mayoritariamente se financió aquella alegría, pero donde entraban dos buenos sueldos, ahora entra uno, posiblemente disminuido, un subsidio a penas mileurista o directamente nada. Y toca recortar gastos domésticos.

Además, el peso de la alimentación ha disminuido en el gasto familiar, pero no porque nos hayamos puesto a dieta, sino porque gastamos más que antes en telecomunicaciones o viajes. Ahí también se nos ha afinado el paladar: en otras palabras, nos hemos acostumbrado a cierto estilo de vida en el que nos resulta difícil prescindir de la conexión a Internet o el telefóno móvil, o de las escapadas de fin de semana.

Una solución aparentemente fácil para que cuadraran los números era buscar ahorros a través de las marcas blancas. Que, por cierto, no son en absoluto sinónimo de mala calidad, aunque generalmente no lleguen al nivel de las marcas-marcas. Pero acostumbrados a la buena vida, si el caviar aburre, imagínense las sardinas de lata.

En definitiva, que todo ello, combinado con las ofertas que las marcas de siempre se han visto obligadas a hacer para no quedar descolgadas del mercado, ha resituado a las marcas blancas. Se trata de una pérdida de fuelle posiblemente puntual, aunque suma ya tres meses consecutivos.

Un factor añadido es que el dato se relaciona con una cierta recuperación de la confianza en la situación económica que, aunque muy fluctuante de mes en mes, se viene registrando en los últimos meses. No se queden con el dato del último mes, que fue negativo, sino que repasen de enero a ahora. Y sobre todo, comparen con el dato de hace un año. Además, no es necesario añadir que, aunque haya casos auténticamente dramáticos, y muchos, la economía sumergida ha vuelto por sus fueros. Y suerte que tenemos, dentro del mal asunto que es, de que sus frutos atenuen el impacto de lo que está ocurriendo. Un desastre siempre es mejor que una catástrofe.