dijous, de gener 17, 2008

Una lección práctica de mal rollo


Si no aciertan a definir con precisión el moderno concepto de mal rollo, basta con dar una ojeada a lo ocurrido esta semana en las filas del Partido Popular. La exclusión de Ruiz Gallardón de las listas electorales ha dado la medida real de este partido y, de paso, se ha cargado el efecto del fichaje de Manuel Pizarro, al que almenos hay que agradecer que por fin haga política donde toca hacerla. Pero no crean que el mal rollo está en la marginación del alcalde de Madrid. Que va.

Efectivamente. El mal rollo no está en que en el PP se haya impuesto el ala más derechista. No lo está en la derrota de las posiciones más abiertas dentro del principal partido de la oposición, porque para eso habría que certificar de alguna forma si el talante de Gallardón es algo más que una fachada cuidadosamente mantenida. Tampoco en que al alcalde de Madrid le hayan hecho la cama con excusas de mal pagador, apelando a una normativa interna que tiene más excepciones que cumplimiento.

No. El auténtico mal rollo reside en que no se trata de ir o de no ir en las listas, sino de quedar más o menos bien situado para la más que probable sucesión de Rajoy si éste pierde las elecciones. De ahí a desear que el partido de uno se dé un batacazo, para que se produzca las circunstancias en las que relevar al líder derrotado, hay un trecho muy corto. Y de los propósitos ocultos a los hechos perpetrados a la luz del día, el recorrido no es mucho más largo.

Con su pan se lo coman, evidentemente. Y si el PP se esfuerza tanto en perder las elecciones, puede que lo acabe consiguiendo. Esa famosa base electoral inconmovible (sí, esos diez millones de votos que no cambian de opinión ni a tiros) puede que no les falle y hasta es probable que Esperanza Aguirre sea una excelente jefa de la oposición. Pero de momento le están haciendo gratis la campaña a Zapatero.

1 comentari:

Anònim ha dit...

Es mereix un "amén", per si les mosques, que jo no les tinc totes...

L'artícle, molt bo!