La inversión en bolsa de una parte del Fondo de reserva de pensiones es una medida acertada. En realidad no inventamos nada, ya que en todas partes hacen cosas parecidas y desde hace tiempo. Se trata de una montaña de dinero guardada por si acaso, y que crezca, diversificando sus rentabilidades, forma parte de su función. Eso sí, con la máxima responsabilidad y cuidado, porque algunas experiencias ajenas también han sido malas.
Sacar un rendimiento añadido no es un fin por sí mismo, sino algo tan sencillo como alargar un poco la capacidad de respuesta que debe tener una “hucha” de estas características. Las cifras triunfalistas sobre aportaciones extraordinarias a cargo del Gobierno de turno no deberían ocultar un hecho: la montaña de dinero a que aludíamos en la introducción da para hacer frente a seis meses de pago de las actuales pensiones (actuales en cantidades y en número de ellas). Incluso una versión contemporánea del milagro de la multiplicación de los panes y los peces no daría para mucho más que para alargar un mes o dos dicha capacidad de respuesta.
Esta conclusión está directamente emparentada con la mayor. El Fondo de reserva no es una solución estructural a la posible quiebra del sistema de pensiones, sino un simple apaño para capear temporales de corta duración. Por eso aporta una relativa tranquilidad, pero poco más. Sin embargo, dentro de estas limitaciones inherentes a la fórmula, estirar algo más tan cortos alcances tampoco nos parece mal. No es exactamente una solución: se trata únicamente de ampliar un poco el parche, pero bienvenida sea la ampliación.
Hay que invertir con prudencia y responsabilidad, nos dicen. Por supuesto. La renta variable no es mala por sí misma, pero es lógico que el Estado se asegure bien. No sólo de la rentabilidad y las garantías de las operaciones, sino también de dónde se invierte. De momento, las intenciones del ministro de Economía, de limitar a un 10% del Fondo la cantidad que se pondrá en Bolsa, indica prudencia, incluso por exceso. Y por lo que respecta a dónde se invierte, debemos recordar que no se trata únicamente de no hacerlo en sitios impresentables, sino también de no desestabilizar el mercado con una inyección de dinero a chorro.
La prudencia debe ir acompañada, además, de unos controles públicos muy estrictos y de una transparencia total. El reverso de la bondad de la fórmula, allí donde funciona, han sido algunos escándalos y corruptelas variadas. Cuando se mueve tanto dinero..., pues mejor vigilar bien las cosas para evitar problemas. No obstante, hay un gran trecho entre los posibles riesgos del sistema y los comentarios montaraces de algunos portavoces de la derecha. Pero sobre este género de actitudes políticas ya hemos hablado el suficiente número de veces para no tener que insistir.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada