En pleno mes de agosto, el Consejo de Seguridad Nuclear ha propuesto una multa para la central de Ascó por el grave incidente de la fuga radioactiva que se produjo en noviembre pasado y que fue ocultado por las eléctricas durante varios meses. Probablemente al calor de la supuesta escasez veraniega de noticias, se ha trompeteado la sanción como la más alta de la historia. Pero esta afirmación es mucho menos rotunda de lo que parece, ya que hay que matizarla prácticamente por tierra, mar y aire.
En primer lugar, no es la sanción más alta impuesta por la sencilla razón de que se trata de una propuesta. El ministerio de Industria decidirá finalmente y lo que sería histórico es que la sanción final, una vez agotados todos los recursos adminstrativos y judiciales, fuera realmente la más alta de cualquier ránquing sancionador que quisiéramos aplicar al caso.
La misma propuesta deja un margen amplísimo, ya que la posible sanción es por falta grave y, según la normativa, puede oscilar entre 9 y 22 millones de euros. El ministro de Industria, Miguel Sebastián, ha manifestado que la multa, sin precisar cifras, será “contundente”, por usar su adjetivo. Ello parece indicar que la cosa iría por la banda alta de la horquilla. Estamos de acuerdo en que el castigo a la nuclear de Ascó debe ser ejemplar, porque compartimos la opinión del ministro de que, se esté a favor o en contra de la energía nuclear, ésta debe ser segura. Y que eso comporta que no pueda haber ni manipulaciones ni ocultaciones, como fue el caso.
Un castizo podría resumir las buenas intenciones del ministro exclamando aquello de “Leña al mono”. Pero no debemos olvidar que la frasecilla acaba con una segunda parte que reza que el mono es de goma. Es decir, que ya le podemos dar palos que al bichejo le es igual, ya que encaja los trompazos sin inmuntarse. Las organizaciones ecologistas nos recuerdan que la multa, incluso aplicada en su grado máximo, equivale al beneficio que la central nuclear obtiene en unos pocos días de funcionamiento.
Y tienen razón, más allá de la autoridad que les da haber sido quienes descubrieron el tomate, que no fue detectado por ninguno de los mecanismos del Estado que ahora, para salvar la cara, se nos han vuelto justicieros. Lamentablemente, en un país decorativo como el nuestro hay que malfiar hasta de la mano dura.
Vale la pena entretenerse un momento en las cifras para valorar en su justa medida esa histórica sanción que no le va a hacer ni cosquillas a la industria nuclear. La Asociación Nuclear Ascó-Vandellòs II facturó en 2006 (último año consultable en el Registro Mercantil) 160 millones de euros. Puede que una multa de 22 millones fastidie bastante la cuenta de resultados. Pero si consideramos los beneficios de los socios de dicha Asociación, la cosa ya cambia bastante, al punto de volverse ridícula.
Iberdrola ha tenido durante el primer semestre de este año un beneficio neto (beneficio y neto, no facturación) de 1.959 millones de euros. A Endesa las cosas le van de una forma todavía más espectacular. Su beneficio neto durante este primer semestre ha llegado a 6.002 millones de euros. La multa más alta de la historia representa más o menos la mitad de lo que ganan ambas eléctricas en un solo día.
Den por supuesto que se resistirán al máximo, pero no porque les duela, sino para no sentar precedentes. O porque sus abogados les cuestan dinero, tanto si trabajan como si no. La multa, por sí misma, no les provocará ni una raspadura en la pintura.
He escrit aquest text per a un altre lloc, però he cregut que valia la pena penjar-lo també aquí, tot i ser repetitiu, en part, amb l'entrada anterior. Com veieu, tindrà una segona part.
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